MIS TRES AMORES

Tengo tres nietas. tres mujeres maravillosas. Distintas, tres caracteres muy diferentes. En estas diferencias está mi enriquecimiento como abuela.
Entre las dos primeras, hay una diferencia de cinco años. Con la tercera el paso del tiempo fué mayor, alrededor de veinte años. Con las dos primeras, cuando eran pequeñas me comuniqué mediante explicaciones conceptuales. Y fué un código que permitió entendernos perfectamente. O eso creía yo hasta hoy, porque creo que las explicaciones basadas en conceptos a la pequeña no le sirven, aunque creo que las entiende, se le olvidan facilmente. Me doy cuenta que a ella no le interesa lo que le explico.
Le doy vueltas en mi cabeza y llego a una conclusión que debo probar. Tengo que abandonar las explicaciones conceptuales y cambiarlas por una narración con símbolos. Por ejemplos con cuentos y personajes que ella identifique o metáforas.
Los otros días al preguntarle sobre su comida terminamos hablando del puré verde que comía Popeye, y me sorprendió diciendo que Popeye comía espinacas. Esto creo que no lo olvidará. porque ella está viviendo conectando esa fantasía a su vida real. Está aprendiendo de esas historias que ve en C D. Y parece que esas historias comunican más que las meras explicaciones.
Soy afortunada con mis tres mujeres. A todas les gustan las historias. El cine es un elemento artístico casi diario en sus vidas. Esas historias que disfrutan les mueven emociones, mucho más que meras explicaciones.
Afortunadas son mis niñas, mover sentimientos es una clave esencial para fijar el recuerdo. Las cosa que sólo se entienden, se olvidan. Las que además de entenderlas , se sienten, se recuerdan para siempre.
Repito que soy afortunada como abuela, porque a través del aprendizaje que tuve con las primeras, hoy en mi edad adulta, creo que podré establecer un fuerte vínculo de afectividad a través de los cuentos que pueda compartir con la pequeña que vive a catorce mil kilómetros de distancia, pero eso no importa el amor no sabe de kilómetros.